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25 de Abril de 2024

Opinión

La gran deuda social en el puerto

Sin duda asistiremos al cambio del mandato del más joven gobernante de los presidentes municipales que haya tenido Progreso 2012-2015, por el más veterano en edad que tendrá el gobierno municipal 2015-2018.

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Sin duda asistiremos al cambio del mandato del más joven gobernante de los presidentes municipales que haya tenido Progreso 2012-2015, por el  más veterano en edad que tendrá el gobierno municipal 2015-2018. Si la lluvia lo permite, José por Daniel nombres bíblicos por si fuera poco. Dualidad interesante puesto que la edad no es sinónimo de sabiduría, además de que la sabiduría no siempre se entiende en todos los hogares como una virtud. La juventud es un estado del alma, diría algún poeta.

Es importante para cualquier administración gubernamental, ya sea esta de índole municipal, estatal o nacional, rendir buenas cuentas a sus ciudadanos. En ello se basa el principio lógico de Rousseau vigente en el “Contrato Social”. La gente sede sus derechos fundamentales a gobernarse y regirse con la finalidad de que el gobierno les proporcione seguridad, salud, higiene, etc.

Sin embargo la realidad actual en nuestro país no corresponde a ese precepto elemental. En muchas ocasiones se han desatendido demandas fundamentales, sólo para que un grupo determinado se mantenga en el poder. Se maquillan cifras, se muestra la mejor cara, se oculta en lo oscuro aquello que no queremos decir, aún con el IFAI presente.

Pero como en todo la realidad supera a la ficción. La realidad nos grita a la cara lo que no se quiere decir o lo que se acicala impunemente. En la medida que el gobierno municipal siguiente permita una revisión de cuentas del que se va, sin permitir que haya hecho y deschecho a placer es un síntoma de impunidad. Es la tapadera común y corriente de todos los sexenios o trieños en México.

Julián Marías nos indica que si se hicieran las preguntas obligatorias, si aprendiéramos a cuestionar a nuestros representantes, a nuestros colegas e incluso a nosotros mismos, el clima social e intelectual cambiaria. Comúnmente los gobiernos encerrados en sus propias decisiones  se ven obligados a mantenerlas sin evaluarlas retrasando la identificación de sus errores y condenando a sus ciudadanos a un lento proceso de desarrollo.

Las políticas realizadas por los gobiernos que son respaldadas por los regidores de manera incuestionable se observan como inequívocas y defendibles a raja tabla. Puesto que ellos mismos las idearon  y tienen un fuerte apego emocional hacia ellas. Cuando esto ocurre se condena a la población a sufrir sus consecuencias negativas si son decisiones inadecuadas. Es muy común en las dictaduras o gobiernos absolutistas.

Al contrario de ello en aquellos gobiernos en donde se busca precisamente corregir sus errores a la luz de su experiencia podrán autocorregirse en su propia gestión, gestión o administración que no se mira como una obra acabada sino como una obra por concluir. Un proceso más que una finalidad.

Si nos remitimos al ciclo 2012-2015 del gobierno municipal de Progreso en un análisis realista de su situación global al finalizar, es que si bien se logró un control económico más férreo, en clara oposición a la ocurrencia generalizada de la mayoría de los municipios del país, se dejaron pendientes otras grandes deudas sociales que el gobierno subsiguiente tendrá que enfrentar con mayor eficacia y uso de inteligencia (incluso con asesoramiento externo).

La gran herida inobjetablemente que nos golpea a todos los ciudadanos progreseños, tanto en lo físico, económico como en lo psicológico, es el desbarajuste social que deja el gobierno municipal 2012-2015 en cuanto a la SEGURIDAD PÚBLICA.

Justo en lo indeseable ha logrado una excelencia fenomenal. Pues en tan sólo tres años ha logrado generalizar, multiplicar y volver viral la impunidad de infinidad de robos, asaltos, apuñalamientos incluso asesinatos a balazos ¡LA INSEGURIDAD EN NUESTRAS CALLES! Como nunca antes la habíamos tenido.

La gran deuda social del H. Ayuntamiento de Progreso 2012-2015, se llama a todas luces INSEGURIDAD SOCIAL. Incluye secuestros de hijos de empresarios pesqueros, robo de motores fuera de borda, asaltos a las congeladoras, robos en negocios y casas habitación, y ¡hasta piratas en alta mar! La gran deuda con la sociedad porteña es que en un tiempo muy breve la descomposición social ha sido tan grave que nos llevará un tiempo repararla o de plano seguirá en caída libre en cuanto el nuevo gobierno 2015-2018 se organiza, precisamente para gobernar.

Esto nos conduce paralelamente a un análisis más profundo de la impartición de justicia a un nivel macro aunado a un galimatías llamado núcleo familiar progreseño. El nuevo sistema de justicia penal supone que reparar el daño es la opción ética más viable y más fácil. En este sentido la comprobación de los hechos le da ventaja al agresor y no al agredido. De tal forma que ha provocado una encrucijada hablando socialmente: LA CONVIVENCIA COTIDIANA DE LOBOS CON OVEJAS. Esta realidad tiende a pasar “inadvertida” en municipios más grandes como Mérida, pero se vuelve una lacra evidente para municipios más pequeños como Progreso, Valladolid, Umán entre otros.

¿Qué debemos hacer entonces? ¿Regresar a todos los malechores a Falmboyanes y condenarlos a manera de gueto social? La respuesta no tendrá que ser tomada a la ligera, se necesitará apoyo en cuanto a la pericia en muy diferentes áreas del saber humano. Sociólogos, antropólogos, psicólogos, abogados, criminólogos que trabajen en conjunto con la alicaída policía municipal para enfrentar el nudo gordiano que esta administración le hereda a la siguiente.

Es necesario señalar que la convivencia social no implica la ausencia de conflictos. En todo grupo social ocurren siempre este tipo de situaciones conflictivas que son inherentes al concepto mismo de grupo. Se deben a la presencia de diversos puntos de vista  y múltiples intereses, diferencias que si se miran positivamente pueden convertirse en motores de transformación y cambio.

Los conflictos deben de observarse como oportunidades para que todos los diferentes subgrupos del Puerto, hagan uso del diálogo como una opción para transformar las relaciones sociales. El pensamiento crítico es necesario para este fin, además de la empatía e incluso sentir lo que están sintiendo las demás personas como una oportunidad para reconocerse a sí mismo. Todo esto como una verdadera herramienta para aceptar y valorar las diferencias.

De esta manera los diferentes conflictos que ha tenido Progreso en los últimos meses, no radican en los conflictos en ´sí mismos, sino en la manera en que la autoridad ha abordado las posibles alternativas de solución. Hacer nada nunca ha sido la mejor alternativa. Provocando toda una gama de frustraciones o resentimientos entre los ciudadanos involucrados. Inclusive creando niveles tan grandes de insatisfacción ciudadana, que se  ha requerido la intervención de alguna instancia mediadora o jurídica para su resolución.

Este simple apartado sería extenso para un análisis propio. Más bien tendría que replantearse urgentemente la necesidad de trabajar puntualmente  con las familias, escuelas, iglesias, y otras agrupaciones que involucren a la población más vulnerables del Puerto, no sólo para prevenir la inseguridad social, sino a demás para evitar el acecho de infinidad de peligros o plagas sociales, como el alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar, la disolución de los matrimonios, la responsabilidad de los padres en cuantos a sus hijos adolescentes, etc. etc. La propuesta de esas líneas se basa en un simple precepto: FAMILIAS ORGANIZADAS Y SANAS, SOCIEDADES ORDENADAS Y PULCRAS.

En consonancia con esta idea la gran deuda social de la inseguridad en Progreso, implica de igual forma un alejamiento de las autoridades municipales de más alto rango a las familias y en general a la  sociedad en general. Es inconcebible que a la autoridad municipal se le mire tan ajeno al caos social del puerto. Son las familias progreseñas las que se han organizado para salir a las calles para manifestar sus inconformidades tratando de ser escuchadas. Incluso este mecanismo de activación social, “tomar las calles” no siempre aseguró en todos los casos la atención del gobierno municipal en Progreso.

Desaciertos por todos lados ha provocado enfrentamientos innecesarios. Y muchas veces las familias del Puerto se han hecho una simple pregunta ¿y dónde está la autoridad? Tristeza profunda de ver a gente encapuchada y armada defiendo lo indefendible. Las familias progreseñas enfrentadas a vándalos ajenos a esta comunidad quienes aparecieron de la capital para defender derechos dudosos para  construir una gasolinera.

Por todos lados la gente clama sensibilidad  y dos grados de inteligencia, incluso de inteligencia política. Levantamientos por gasolineras, torres de reproducción celular, topes mal construidos o mal situados, asaltos a mano armada, secuestros, asesinatos; han hecho de Progreso especialmente en el último año, la “Playa del Crimen”, un campo de batalla  o un enorme caldero donde los progreseños exigen justicia, exigen ser escuchados, exigen ser entendidos y atendidos. Al final de cuentas exigen sus derechos básicos. Como he dicho anteriormente, la sociedad progreseña se volvió implacable.

O acaso ¿no es irritante despertar todas la mañanas y observar en tu traspatio un enorme tanque de diez mil litros de Magna, Premium o Diésel? Desde ese día no volverás a dormir tranquilo ni a ser el mismo. El negocio del Pepino de mar es tan lucrativo que hasta se piensa en la creación de la policía costera, pues después de los decomisos ¿quién les pide cuentas de lo que se hace con el pepino incautado? ¿Acaso has visto alguna vez que incineren el pepino de mar confiscado?

Autoridad es aquella que está con su pueblo, lucha por su pueblo con la razón, con argumentos e incluso señalando lo que para su pueblo es lo mejor. Autoridad es aquella que se gana la simpatía y el corazón del pueblo que gobierna. Estacionar patrullas y mirar desde fuera al pueblo pelear por sus derechos, es un mal vicio que me hace recordar situaciones como en Venezuela, Cuba, Afganistán o en China. Pero no, estamos en Progreso, en Progreso, Yucatán.

Incluso si miramos políticamente, se deja un desastre político a cuestas para el partido político que representa el gobierno municipal 2012-2015. Es el primer y único gobierno municipal que ha perdido la alcaldía para su emblema político. Se deja al revolucionario institucional fragmentado, dividido y confrontado. Falta de acierto político que no supo unir las voluntades hacia un interés político común, que de golpe y porrazo dejó en el olvido a muchas carreras políticas progreseñas, cortadas por los desaciertos.

Podríamos citar infinidad de deudas más que quedan para la historia como heridas abiertas mirando el cielo azul de la costa. Otras tantas como los arboricidios, el intermitente saqueo de la arena de nuestros mares y playas cercanas a la CETMAR (playón), el bendito problema del agua, el sempiterno problema de la basura, el bacheo de la calles entre otras grandes generalidades  que quedan por resolver.

Recordemos que el municipio de Mérida impuso una multa histórica que supone además, la reparación del daño por arboricidos por una conocida marca de automóviles. Aquí es al revés el pueblo es el que señala a su gobierno por destruir su patrimonio ecológico. Impunidad o ignorancia. Combinación peligrosa.

Sin embargo nos mostramos siempre abiertos al futuro. La voluntad de lucha es un gen que viene integrado en nuestro cuerpo, no lo podemos desechar tan fácilmente. Al mal tiempo buena cara. La deuda para el siguiente gobierno se convierte en un compromiso para seguir manteniendo las finanzas públicas sanas (principal reto para el gobierno municipal 2015-2018). El no endeudarse con tantas Direcciones, ahora que precisamente los numeritos son positivos. Además de un acercamiento y conocimiento más profundo de las necesidades propias al municipio de Progreso. ¡Qué Progreso no se vuelva un botín de guerra!

¡Terminé mi cisterna! Comprometí recursos familiares de un año de trabajo, pero mi hogar se consolida con hechos y realidades, con sueños y esperanzas. Así como en Progreso, para la siguiente administración que hoy comienza, los grandes sueños no necesitan alas para volar sino un sólido tren de aterrizaje.

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