Mal debut electoral

La tan cacareada reforma electoral que se supone contiene avances “vanguardistas”, en su estreno  se observa que  es objeto de la total burla de varias instituciones políticas. Lamentable mal debut.

El reformado artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que “Los partidos políticos nacionales tendrán derecho a participar en las elecciones de las entidades federativas y municipales. El partido político nacional que no obtenga, al menos, el 3% del total de la votación emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado su registro”.

En concordancia, en la nueva Ley de Partidos del Estado de Yucatán, Título Noveno, referente a la Pérdida del Registro de Los Partidos Políticos, dispone en su artículo Artículo 89. “Son causa de pérdida de registro de un partido político local: II. No obtener en la elección ordinaria inmediata anterior, por lo menos el  3% de la votación válida emitida en alguna de las elecciones para Gobernador o diputados al Congreso del Estado o ayuntamientos”.

El “gran logro” consiste en subir un punto porcentual a la votación mínima que deben obtener los mini-partidos para que conserven su registro y, por tanto, las prerrogativas económicas provenientes de los impuestos de todos los mexicanos.

El “gran logro” es que supuestamente con esta nueva norma los mini-partidos incapaces de obtener esa votación mínima ya no subsistirían del erario y, por tanto, se liberaba a los mexicanos de tener que sostener vía impuestos estructuras inútiles para el país y para el estado.

En los hechos este “gran avance” ya fue burlado. A sabiendas de la existencia de esta norma, los partidos nuevos optaron por postular al candidato del tricolor, y con ello prácticamente conjuran su inminente pérdida de registro.

Por sentido común, deberíamos de entender que la creación de más partidos, debe tener como finalidad principal conceder a los electores una gama más amplia de posibilidades para decidir en el momento de la elección.

¿De qué sirven a los ciudadanos esos partiditos que ni siquiera son capaces de someterse al escrutinio social para demostrar que en verdad representan una opción distinta a las ya existentes?

Poco o nada les importa el tremendo desprestigio que acarrean con su decisión de postular al candidato del tricolor. Con esta medida demuestran que no se crearon para enriquecer la vida democrática, sino más bien para lucrar con el dinero de todos los mexicanos que recibirán vía prerrogativas por mantener su registro “a como dé lugar”.

Poco o nada les importa la afectación que generan al a vida política con sus posturas totalmente incongruentes: se crean como nueva opción, pero se alían a lo más rancio. ¿Cuál nueva opción?

¿Qué es lo que promovieron durante meses esos partidos? Uno hizo un spot supuestamente con un celular porque no quiere gastar el dinero de los ciudadanos. Yo te respeto y por lo tanto no me robo tu dinero. Cambiemos juntos. ¿Y dónde acabaron las promesas de respeto y de cambio?

Otro, en voz de Héctor Suárez: “Por fin amigos, me alegra, me da mucha confianza y esperanza saber que este partido no está formado por políticos y que tampoco fue fundado por desertores de otros partidos. Aquí se luchará para desaparecer el fuero que ha sido un pasaporte para la impunidad de cínicos, sinvergüenzas y traidores a la patria”. Y ¿qué paso con tanto supuesto buen deseo? ¿Sabrá Héctor Suárez que lo han puesto en ridículo? Los otros minipartidos siguen con la misma táctica, desde hace ya mucho, para seguir obteniendo prerrogativas económicas.