He tenido la oportunidad de trabajar en diferentes niveles educativos a lo largo de mis 23 años de servicio. Con adolescentes en secundaria, jóvenes en preparatoria, futuros profesionistas en licenciatura y profesores a nivel maestría. Además las circunstancias de la vida me han llevado a darle cursos a niños de sexto año de primaria y asesorías a niños de tercer año, en el mismo nivel. De vez en vez, acudo a la llamada de mi mujer para cumplir con las tareas de mi propio hijo, en el primer peldaño de la educación primaria.
En todos los niveles las exigencias y los retos son diferentes de acorde a la edad y a las tareas propias del desarrollo humano. Sin embargo por mucho el nivel que más compromete mis sentidos y mi paciencia es el nivel secundaria. He ahí el título de este escrito: “Los primeros quince minutos”.
Los primeros quince minutos de mi clase en la secundaria. Afortunadamente me he avocado por las ciencias humanas y en ese sentido la materia que me ha tocado durante diez años, es Formación Cívica y Ética de segundo año. Colmados de energía, con atenciones no siempre estables, embotadas de hormonas, alegres o tristes en demasía, además del carácter correspondiente heredado de su familia, mis alumnos de secundaria son el pináculo que me hacen decir que soy maestro.
Valores tan simples en su inicio como la organización, el orden, la precisión, el ser sistemático en un mundo donde las libretas no lo son del todo. Se busca en primera instancia lograr un clima adecuado para que a través de las tareas especialmente estructuradas, podamos llegar a lo que en México le llamamos: Aprendizajes Esperados.
Aprendizajes esperados es el nombre genérico que se le ha otorgado a la categoría de competencias. Que dependiendo de la materia se hará más énfasis en lo procedimental, en lo actitudinal o en los conocimientos. Esas tres grandes expectativas conviene tenerlas bien claras en el momento de planear una clase y por su puesto a lo largo de ella.
En los primeros quince minutos de mi sesión podría predecir el éxito de la misma. Empezar con ordenar el salón, precisar los lugares que ocupan mis alumnos. Lugares que en muchas de las veces se ordenan por sus meras cercanías emocionales del día, pero que si no se retoma con seriedad, dicha ubicación incorrecta no sólo afectará tu clase sino las subsiguientes. El desorden es el padre de la cultura del relajo.
Una vez visualizado y corregido el lugar y la posición de los jóvenes, la asistencia se muestra como una recitación perpetua. En ocasiones cuando hace prisa, se pude tener un mapa de lugares para que la simple visualización de la sala te indique la asistencia o inasistencia de los alumnos. Sin embargo el peso de los años me indica que el pase de lista es un ritual sagrado, que conlleva al alumno a darse cuenta que el maestro lo tiene presente. Con nombre y apellidos claramente dichos. Suelo esquivar, como buen surfista del salón de clases, aquellos segundos nombre incómodos que en mucho provocarían un golpe a la autoestima de joven. Al final de cuentas él o ella no escogieron sus nombres.
Empieza lo bueno. Identificar la página del libro, el corroborar a la velocidad de la luz que todos tengan su libreta, especificar que iniciamos con la tarea, aclarar la fecha del día, clarificar las instrucciones, tratar de identificar los tres elementos claves de las competencias, al igual en cuál de ellos nos detendremos con mayor énfasis el día de hoy. Esto es clave, pues si la tarea exige un procedimiento más elaborado, probablemente tenga que ejercer más tiempo casi individualizando en la explicación de la misma.
Finalmente, ya transcurrido quince minutos empezamos con la proeza de tratar de aprender algo nuevo. Toreando como Pedro Hermoso de Mendoza, en su famoso caballo Cagancho, los sempiternos permisos para ir al baño, las camisas sudadas si mi clase es después de descanso, además de resolver las dudas más inverosímiles que un adolescente pueda tener. Acostumbro a deambular por la sala para tal efecto. Pocas veces me siento en la mesa otorgada al maestro.
Si la tarea está bien planeada, todo lo demás se resuelve en consecuencia. Sin embargo no estamos exentos de errores y ahí viene la verdadera pericia del maestro. Cuando lo que planeamos por algún motivo no puede ejecutarse tal cual, recurrimos a nuestra inmensa capacidad creativa en peligro de extinción, para redirigir, recomponer, reencaminar, solucionar. Hecho esto el destino no se detiene. La clase tiene que continuar.
El desarrollo de la clase, que comúnmente lleva consigo cierto grado de autoevaluación y coevaluación es la parte clave del aporte del alumno. Es el alumno el que aprende en ese instante (al menos eso me late) pues ejecutan, procesan, analizan, hacen diferencias, clasifican, usando una enormidad de herramientas tales como mapas mentales (mis preferidos), mapas conceptuales (los más difíciles), resúmenes, líneas de tiempo, cuadros comparativos, parafraseados, estudios de caso, etc.
Es sumamente importante para tal efecto contar con la editorial adecuada. En este rango de edad las historias, los casos de otros adolescentes documentados en el libro o en video, suelen ser los que más afectan la escala axiológica de los valores de los adolescentes. No se termina ahí la clase, el cierre implica comúnmente una negociación a una clase futura. Preguntas intercaladas, breves exposiciones al frente, comentarios finales, heteroevaluación, coevaluación, autoevaluación.
Si sobrevives al proceso, habrá que tomar en cuenta que en el viaje, te puedes encontrar inmersos conocimientos de otras materias, clavados como tachuelas en la tuya. Sin dejar de ver al frente, hay que mirar a los costados. La transversalidad y la vinculación de repente nos agarran de sorpresa, aunque hagamos nuestro mejor esfuerzo por controlar nuestro cosmos, el caudal que nos lleva en ocasiones es muy intenso. Trato de no llenarlo con piedras que entorpezcan su paso.
En ocasiones más que uno tendrá un día malo, en que la presión arterial suba por las nubes provocando un vínculo con el estrés, que seguramente disparará también tus triglicéridos. Esto debido a que alguien no se le antojó sacar su libro, porque ella pensó contemplarse en su espejo justo en tu clase, porque a otro le repelió escribir en su libreta o porque el de atrás tenía muy buenos chistes en relación al más indefenso de la clase. En todo eso cabe el principio de defender al débil y darles su lugar a todos. Impartir justicia es la tarea más difícil del curriculum oculto. Tratando de no perder los estribos. No siempre lo he logrado.
Tocaron el timbre ya. Seguimos adelante. Faltan un par de grupos más, preparar parciales, exámenes para los de prepa, calificar, planear, fotocopiar, copiar, escribir en la computadora, imprimir, sacar tus porcentajes para el CTE, número de aprobados, porcentaje de habilidad lectora, conducta en el salón de clases, habilidad matemática. Finalmente alguien te avisa que hoy en la tarde se entregan boletas. Habrá entonces que atender a los padres de familia después de las labores del hogar. Pero eso, sin lugar a dudas, es OTRA HISTORIA. FELIZ DÍA DE MAESTRO 2015.