UCRANIA.– La ciudad ucrania de Mariupol, situada en la costa del mar de Azov, al sureste, y con 446.000 habitantes, está siendo uno de los objetivos principales del Ejército ruso en la segunda semana de la invasión a Ucrania. Una maternidad y un hospital infantil sufrieron ayer miércoles un brutal bombardeo. El ataque se produjo durante el alto el fuego pactado por Kiev y Moscú para que miles de personas atrapadas en la urbe, en una situación crítica, pudieran salir a través de los corredores humanitarios. El primer balance cifraba en 17 las personas heridas, miembros del personal del hospital y mujeres embarazadas. Más tarde se ha informado de la muerte de tres personas, entre ellas una niña.
En el vídeo que acompaña a esta noticia se puede ver el antes y después del bombardeo del hospital materno-infantil. En esta secuencia se incluyen vídeos y fotografías distribuidas por las agencias desplegadas en la zona de conflicto, Reuters y Associated Press, además de fotos que han sido verificadas por la empresa de satélites Maxar Tecnologies. En ellas se muestra la brutalidad del ataque: mujeres heridas en avanzado estado de gestación que voluntarios y trabajadores de emergencias ayudan a salir del centro sanitario. Gran parte del edificio ha quedado destrozado, así como las consultas médicas y varias salas de operaciones.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, responsabilizó a Moscú de la “atrocidad”. “Hay niños, personas bajo los escombros”, denunció en sus redes sociales. “¿Hasta cuándo el mundo será cómplice ignorando el terror?”, clamó. La comunidad internacional ha condenado de forma unánime el abominable ataque. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lo ha calificado de terrorífico en la cuenta de Twitter de las Naciones Unidas.
Cruz Roja describió la situación en la ciudad portuaria de Mariupol como “apocalíptica”. No hay suministro de agua potable, apenas quedan alimentos en las tiendas saqueadas ni medicinas, no hay calefacción ni electricidad y tampoco funcionan correctamente las redes de telecomunicaciones, mientras los civiles permanecen acurrucados en los refugios para resguardarse de los bombardeos sin tregua.