PROGRESO.– Juan Bacab López, pescador ribereño de la comisaría de Chicxulub Puerto, advierte que la erosión es un grave problema que cada día que pasa resta más playa en ese puerto y considera que es urgente que las autoridades municipales, estatales y federales, hagan algo para evitar que ese fenómeno marino continúe dañando esa parte de la costa.
De 61 años de edad, de los cuales 41 se ha dedicado a la pesca, Bacab López recordó que hace 15 años en la esquina de la calle 4, había unos 40 metros de playa, las casas veraniegas estaban alejadas, los temporadistas podían jugar y hacer lunadas; las lanchas tenían amplio espacio para atracar, a fin de que los pescadores descargaran su producto o avituallarlos.
“En esa esquina había un poste de alumbrado público, pero la erosión marina arrasó con todo, incluso hasta las matas de uva silvestre y otras plantas nativas de la playa se acabaron, y conforme pasan los años las casas corren el riesgo de que se desplomen porque el mar se está comiendo los cimientos de las construcciones y rompeolas”, indica Juan Bacab citado por Diario de Yucatán.
En el tramo de la calle 2 a la 8, en la zona oriente de esa comisaría progreseña, es visible la erosión marina. Hay poco espacio para que las personas puedan caminar, lo hacen en medio del mar, cuyas olas golpean los cimientos o los escombros de los rompeolas, las bolsas de arena y de lo que queda de los geotubos colocados en esa parte costera, en un intento por frenar la erosión y recuperar la playa.
“Cuando hay creciente marina, es casi imposible caminar en la playa y los pescadores pasan serios apuros cuando retornan de pesca, se ven obligados a buscar otros lugares con playa para atracar”, agrega el veterano pescador.
Juan Bacab explica que la casa veraniega donde sobre los escombros colocaron bolsas con arena para que las personas puedan pasar, “es propiedad de Mundo (Raymundo) Vargas”. Cuando se construyó esa residencia había mucha playa, pero ahora el mar llegó hasta los cimientos.
Además de otras casas dañadas por la erosión, la escasa playa afecta a los ribereños que pasan apuros para subir sus lanchas cuando retornan de pesca y de acuerdo con Juan Bacab, en caso de que azote un huracán, no hay dónde resguardar las embarcaciones ribereñas, y anticipa, como premonición, que muchas casas sucumbirían a un fuerte temporal.