El helicóptero de Luis Miguel…

Dice Óscar Montes, promotor de los conciertos de Luis Miguel en México, que el cantante no llegó al Coliseo Yucatán porque no viaja por tierra, porque el helicóptero llegó tarde, porque no pudo aterrizar en un lote baldío, porque había cables de luz que impidieron que aterrizara…

Montes reparte culpas.

No le creo nada.

Todas esas son responsabilidades del promotor. Si su artista no viaja por tierra y requiere un helicóptero, es responsabilidad suya que la nave llegue a tiempo. Si no hay condiciones para que aterrice, también es su responsabilidad. Y, si como él dice, el cantante a la mera hora no quiso presentarse porque no hubo ese vuelo, también es su responsabilidad.

Él debe llevar al artista al lugar, bajo las condiciones del artista. Ahora, sí a la mera hora, con el inmueble lleno, ofrece “reprogramar”, es demasiado tarde. Eso se hace antes, no con tanto daño económico y moral a cuestas. Es como si yo le dijera a Radio Fórmula, a la hora del aire: “Voy a transmitir mañana el programa de hoy”. No tiene ningún sustento.

Dice Montes que va a demandar a todos: al Coliseo, al vocero que tomó el micrófono cuando ya estaba armado el pandemónium y hasta a la policía de Mérida que lo encarceló para que pagara por la afectación al público defraudado.

El empresario Montes dice también que el Coliseo “puso en riesgo la vida de 7 mil personas” al no aceptar reprogramar. O sea, admite que hubo vidas en peligro por el asunto. Entonces ya estaban en peligro cuando ofrecieron “otra fecha”. Y finalmente, Montes dice que Luis Miguel no llegó “por las declaraciones estúpidas” que se hicieron en el Coliseo. Que “se enteró” de lo que dijeron y en lugar de tomar un coche y presentarse, mejor no fue.

Creo que el señor Montes debería no hablar más, porque a cada declaración inverosímil suya, Luis Miguel queda más y más en duda. Y hay todavía mucha gira por delante.