Como para irse de espaldas. No sabe uno si reír o llorar, o molestarse ante la respuesta que dio la empresa recolectora de residuos sólidos Pamplona, ante un ultimátum que le hizo la Comuna de Mérida ante las casi 4,600 quejas de usuarios por el mal servicio que reciben de esa concesionaria.
El ultimátum fue para que Pamploma justifique detalladamente, en un plazo de tres días, los motivos por los cuales ha dejado de hacer su trabajo de manera uniforme, regular y continua.
La respuesta emitida por José Angel Rivero Ramírez, secretario general de Pamplona, fue la siguiente: “No considero que mi representada deba dar justificación alguna respecto de lo que se le solicita pues, no se ha dejado de prestar el servicio que nos ocupa en la forma y términos que disponen las normas aplicables y la concesión relativa”
En otra parte del documento se atrevió a afirmar, que la recolección de Pamplona se hace “de manera profesional y con respeto a los ciudadanos y las autoridades municipales”. Sería interesante conocer ¿Qué es lo que sentirán los usuarios ante esta afirmación?
No existe una concordancia entre la afirmación de Pamplona de que es “profesional” y las 4,596 quejas de los usuarios por el mal servicio, y estoy seguro que no son éstos últimos quienes estén mintiendo a la autoridad.
Pero no sólo han sido las quejas, además el propio Ayuntamiento ha recorrido prácticamente toda la zona que corresponde a la empresa para verificar que no cumple con su obligación de recolectar la basura y el reporte es que efectivamente hay mucho desperdicio en las calles ante la falta del servicio.
También se reporta que entre el 26 de enero pasado al día de hoy, Servicios Públicos Municipales ya envió a Pamplona por lo menos 12 oficios en los que ha notificado todas las irregularidades detectadas, y nomás sigue sin hacer algo.
Además de la mala recolección, los empleados de Pamplona incurren en prácticas de pepena –lo cual está prohibido-, sus camiones están en mal estado y sin luces traseras, muy sucios y con condiciones mecánicas poco adecuadas. De hecho se trata de camiones que ya rebasan la antigüedad máxima de tres años.
Y por si fuera poco, la molestia constante de los usuarios es ocasionada por la actitud de los recolectores que invariablemente piden sus “propinas” o para “los chescos”, y si no les da entonces la basura se queda en la calle o en la casa.
La respuesta prepotente de Pamplona ha sido la misma de siempre y Mérida y sus ciudadanos, siguen sufriendo las consecuencias de su ineficacia e ineficiencia. Es impensable que la ciudad, a estas alturas, siga padeciendo problemas generados por la irresponsabilidad de un reducido grupo de personas.
Ante el anuncio que hizo la Comuna de que iniciará un proceso para modificar los términos de la concesión a Pamplona; es decir, que reduciría la zona de atención que le corresponde de acuerdo con sus capacidades reales, generará una reacción injustificada de ese grupo que se autocalifica como profesional, pero con miles quejas acumuladas en su contra.
Sinceramente no entiendo las razones por las cuales se ha tardado tanto la autoridad municipal para tomar al toro por los cuernos. Se trata de un problema de muchos años, pero que se ha agudizado en los últimos meses.