Mientras el Tuca metido de lleno en el torneo local, celebra con vítores y aplausos a sus anotadores ante Argentina, Dallas glorifica a Messi que con un golazo nos recuerda que él juega los 90 minutos.
Messi Lionel. Juega los 90 minutos. Aunque tenga tres partidos por semana, aunque realice vuelos maratónicos del viejo continente, aunque haya tenido problemas de crecimiento en su infancia primera, aunque tenga todo en contra, detiene el balón con el pecho, en cámara lenta y con sangre fría, así, de bolea clava entre las dos piernas de Moisés Muñoz, el portero mexicano, el empate. Después todavía se da su tiempo para mirar al árbitro, humildemente considerando la posibilidad del fuera del lugar ¡Anota! ¡Y luego averigua!
¿Celebrar? ¿Estamos para celebrar? Nos creemos súper dotados contra Argentina. Festejamos antes de tiempo, gritamos nos apasionamos, pero no usamos el cerebro. Ningún cambio se justificaba con cinco minutos en juego por delante. Teniendo a Argentina por delante. Se celebra hasta el final cuando el árbitro hace sonar su ocarina. No antes señor Ferreti. El torneo local no es el mundo. El mundo debiera ser el torneo local.
En ese frenesí de supremacía anticipada el portero se va en banda, no calcula del todo su sobrepeso, Márquez empecinado en jugar sus cinco copas, estira en demasía su rodilla, como un tlatoani azteca desgarrado, se lesiona (de nuevo). El Chícharo y Héctor Herrera, acostumbrados a jugar en Europa voltean a ver el Tuca, ¿somos nosotros los cambios? ¡Si somos los que estamos jugando mejor! No importa eso ya, ¡hay que festejar! Vengan a la banca para que todo Dallas les aplauda. Para que nuestros compatriotas y hermanos sigan pagando su friolera de dólares, y se olviden de su nostalgia por la Patria.
Héctor Herrera se desorienta tanto que va a sentarse a la banca de Argentina. Desatino que le causa la riza inverosímil de su propio entrenador interino: El Tuca. El Chícharo de plano se sacude la camisa en señal de desaprobación caminando lentamente. El comentarista mexicano se sorprende por Lionel Messi, ¿acaso no lo van a cuidar? ¿no tiene una temporada por delante en Europa? ¿Y si se lesiona? ¡De seguro sólo jugara medio tiempo por fines de contrato! No es así, le corrigen sus compañeros, Lionel Messi se enoja cuando no juega completo un juego ¿quién será entonces el valiente que lo siente antes del silbatazo final?
Hay moraleja en todo esto. Tenemos que aprender a ganar. El perder no subyace en las individualidades, demostrado está en Europa, sino en el cerebro de esa generación del mando que vive en mundo chico. Aunque he dicho mucho que lo pequeño es bello, la grandeza radica entonces en nuestra mentalidad. Cambia la forma de pensar y las cosas nunca serán las mismas. Del lado de los argentinos bajas importantes, pues se toman las cosas en serio, Gonzalo Higuaín, el defensor Pablo Zabaleta y el volante ofensivo Ángel di María.
En fin dos entrenadores vieron dos realidades diferentes, Tuca pensó ¡ya ganamos! (antes de ganar), ¡Es un partido molero! Para los argentinos el cotejo tiene su importancia, como todo el futbol de su país, pues a partir de la próxima fecha FIFA, en octubre, comenzarán a jugar la eliminatoria mundialista. México sigue pensando quien es digno de dirigir a la selección.