Con motivo del Día de San Valentín, mejor conocido como día del amor y la amistad, el Diario entrevistó a Rocío Quintal López, investigadora del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Uady, quien ilustró acerca de las relaciones tóxicas que existen en las parejas.
Y es que el 14 de febrero no todos festejan con amor o con amistad precisamente, hay quienes viven momentos trágicos y dolorosos actuales o pasados, precisamente por tener relaciones tóxicas.
Tragedias como la expuesta como ejemplo por la profesional que ocurrió en abril de 2007 cuando una mujer fue muerta a golpes por su pareja, luego de que ambos estuvieron ingiriendo bebidas alcohólicas, cada vez son más recurrente no sólo en Yucatán o en el país, sino en todo el mundo.
Las drogas y el alcohol, combinadas muchas veces con un descontrol emocional, ocasionan desenlaces fatales como el señalado en el párrafo anterior. ¿Qué sucede?¿Por qué siguen dándose estos casos?
Se trata de una situación que debe ser considerado de elemental prioridad para la salud , pero parece que no existe una sola política pública que atienda de modo integral este tipo de casos y sobre todo que se aborden de una manera preventiva.
Es una pena, pero desgraciadamente, el aumento del alcoholismo y la drogadicción revelan un deterioro social, en donde falla prácticamente todo: la educación, la formación, la familia, la cultura, los valores, etcétera.
La gran mayoría de casos trágicos tienen su origen en la infancia, consecuencia de una mala educación o ausencia de ésta, o por actitudes heredadas de los propios padres de familia, hermanos o cualquier pariente cercano.
Por ejemplo, el alcoholismo de papá o de mamá, o de ambos, puede marcar de por vida a un niño o niña, bajo la creencia de que es lo “normal” pues porque así veían siempre a sus seres queridos, y lo mismo ocurre con la violencia y muchos otros males.
Y es que muchas veces la educación que se imparte en la escuela es tan imperfecta como desligada de la realidad. Los niños acuden a la escuela para aprender matemáticas, español, etcétera, pero rara vez tienen la formación mínima básica sobre su comportamiento.
Son muy contados los maestros que se preocupan y ocupan de sus estudiantes más del aprendizaje de las sumas y restas. Es raro que un maestro entienda el porqué de ciertas actitudes de los educandos.
Hoy por hoy, ante la ausencia de una política pública, son las propias personas que tienen que decidir un cambio en su vida: romper la cadena de actitudes tóxicas aprendidas desde pequeñas.
Y todo tiene que partir de un primero paso: “reconocer que uno está mal”, ya sea por el alcoholismo, por la drogadicción o por las emociones descontroladas. Afortunadamente en la ciudad existen grupos de autoayuda, como el grupo Hacienda San José, en donde hay gente que ayuda a la gente.
Casos de personas realmente patéticos, que a pesar de la gravedad en que vivían en lo social, en lo familiar y en lo material, lograron salir adelante en todos estos aspectos y ahora se dedican de modo altruista a apoyar a otros que tienen problemas similares. Y la ayuda es para todos sin distinción alguna.
Valdrá la pena apoyar este tipo de iniciativas por el bien de la sociedad. Es digno de reconocer que haya personas que dan su tiempo y su esfuerzo, sin esperar nada a cambio, para ayudar a sus semejantes.