La renuncias públicas de supuestos panistas, llámense militantes o simpatizantes, desde un puesto público o no, es algo así como “bola cantada” en cada proceso electoral, ya se ha convertido en una táctica que se aplica con la clara intención de vulnerar al Partido Acción Nacional.
Luego de conocer esas “renuncias” quienes las hacen creen que el ser panista es una moda, entendiendo a ésta como lo señala el diccionario. “Gusto, costumbre o uso, o conjunto de ellos, propios de un grupo, un período de tiempo o un lugar determinados”.
El ser panista, definitivamente, no es una moda, implica mucho más que eso. El PAN, tiene historia, doctrina, principios, etcétera, que determinan que el panismo no puede ni debe ser un simple gusto por tiempo determinado.
El PAN surge precisamente como una opción diferente al Partido Nacional Revolucionario, abuelo del PRI, que tuvo sus orígenes en un México convulsionado, en donde la común eran los asesinatos entre ellos mismos, y la nula posibilidad de los ciudadanos de decidir sobre su futuro.
En noviembre de 1928, en una carta que Manuel Gómez Morin, uno de los fundadores del PAN, dirigió a José Vasconcelos, expuso con toda claridad el pensamiento acerca de lo que deseaba para la vida política del país.
En un fragmento de esa carta, Gómez Morin expuso: “Yo siempre he creído que lo más importante para México es lograr integrar un grupo, lo más selecto posible, en condiciones de perdurabilidad, de manera que su trabajo, sin precipitaciones, pueda ir teniendo cada día, por esfuerzo permanente, un valor y una importancia crecientes.
Ese grupo, de ciudadanos selectos, a los que se refería Gómez Morin, 10 años después, entre el 14 y el 16 de septiembre de 1939, se convertiría en el PAN. El PAN, desde sus orígenes, demandaba a personas conscientes de la importancia de ser panista.
El otro concepto que uso el fundador del PAN fue “en condiciones de perdurabilidad”. Es decir, no se puede ser panista como moda. Pero además, el panista, para lograr su objetivo no debe caer en precipitaciones, para que con su esfuerzo sostenido logre un valor e importancia para la vida política del país.
El PAN, como se ha dicho siempre, aunque pocos lo han asumido, su misión, su razón de ser, es formar ciudadanos conscientes de sus derechos y de sus obligaciones, para que por sí mismos decidan conscientemente sobre su futuro. Ganar elecciones será como consecuencia de ganar la “batalla cultural”; es decir, de lograr transformar el pensamiento social.
Y una de las frases más conocidas de Gómez Morin es aquella que dice: “Aquí nadie viene a triunfar ni a obtener; que sólo un objetivo ha de guiarnos: el de acertar en la definición de lo que será mejor para México”.
Entendiendo lo anterior queda claro que el ser panista no depende de la formalidad de figurar en el padrón del PAN, tampoco de conocer todos los estatutos y toda la doctrina de Acción Nacional y recitarla. Ser panista es quien, estando o no en el padrón, asume los principios, doctrina y misión del PAN.
Las renuncias de supuestos panistas, que aunque hayan estado en el padrón formal, lejos de afectar al instituto político, lo benefician, porque en el PAN, como lo marcó Gómez Morin, requiere de personas que trabajen en condiciones de perdurabilidad.
Renunciar el PAN, en realidad representa renunciar a una convicción personal propia. Y quien lo hace públicamente con la intención de afectar al PAN y peor aún de beneficiar a otro instituto político, llámese como se llame, en tiempos electorales ¿Qué tiene de valor? ¿Qué tiene de panista? Si el PAN surgió para oponerse y combatir al PRI no para beneficiarlo. ¿Alguna duda?