Conectate con nosotros
12 de Diciembre de 2024

Opinión

“Ubuntu”: El compromiso social

“UBUNTU” Categoría que se refiere a saber utilizar nuestras fuerzas y potencialidades para el bien de la humanidad.

Publicado

el

“UBUNTU” Categoría que se refiere a saber utilizar nuestras fuerzas y potencialidades para el bien de la humanidad.

¡COMPROMÉTETE SOCIALMENTE! En lo personal creo que en las empresas, organizaciones, escuelas y demás instituciones sociales, debe de haber una o varias personas “resuelve situaciones”. Incluso debe de haber en las escuelas de nivel superior una ingeniería “resuelve todo”. En la vida cotidiana, el común de la gente se sujeta únicamente a lo que se les pide que hagan o lo que es propio de su rol. Se comprometen, entonces, únicamente en el ámbito personal de su competencia, no más, no menos. Sin embargo el mundo de hoy es muy complejo, requiriendo situaciones cada día más confusas y enredadas por solucionar o que abarcan infinidad de roles interrelacionados.

Aunque las personas quieran comprometerse en situaciones novedosas o que involucren roles diferentes, se requiere la ayuda de alguien que pueda librar las barreras tradicionales de los puestos tradicionales, con la suficiente autoridad y pericia para resolver las problemáticas presentes. En la realidad esta función la realizan los gerentes o los encargados de atención a clientes u otra rama con otro nombre.

El fin de estos departamentos o personas es “brincar”  la realidad cotidiana, donde lo obvio, lo natural, lo que dictan las normas o lo que se persigue no se satisface con los roles tradicionales de las instituciones. El compromiso con las personas se vuelve el sine qua non de la vida actual. El compromiso implica necesariamente la resolución de las problemáticas sean éstas las que sean. No es fácil esta realidad si tomamos la cantidad de necesidades dispares y contradictorias que el mundo de ahora le ordena a los más de 7,215 millones de seres que habitan el planeta.

Comprometerse con los demás implica que no todo se podrá resolver siempre. Habrá situaciones que simplemente no tengan una solución o que su solución implique más tiempo de lo normal. Siendo así, podemos prever otro factor en la ecuación del compromiso personal: la primacía del tiempo.

El tiempo se vuelve crucial en el vía crucis de la vida cotidiana. Los compromisos no bastan con cumplirse de la mejor manera posible, sino además hay un tiempo límite para ello, pues el tiempo es de todos y el respeto de los tiempos de todos es el camino que nos conduce a la paz. Esperar no es grato para nadie especialmente si se tiene una preocupación, una enfermedad, una resolución legal que cumplir o alguna urgencia determinada. Aunque en muchas ocasiones es la única salida. Esperar.

Aun así, si tenemos que esperar, debe de reinar sobre todas las cosas siempre una actitud de servicio conformada con el más firme propósito de resolver la situación. Tendríamos que pensar en lo más idóneo, en lo que es posible para hoy, en lo más urgente; son sólo algunos criterios para enfrentar las problemáticas disimiles que el tiempo nos depara. En lo general un ser humano no sólo debiera estar capacitado para resolver situaciones de su competencia, sino de tener un bagaje cultural necesario, para que al menos, pueda tener una idea de la realidad que tiene en frente de una manera autónoma.

Eso implica que el compromiso hacia los demás se convierte en educación. La educación se convierte en resolución de problemas. La resolución de problemas se convierte en necesidad humana. Esa triada inseparable debe ser el preámbulo de un mundo más exigente con los habitantes actuales y la cúspide de las competencias educativas. Compromiso, educación, resolución de problemas.

Sin embargo ¿por qué la gente sólo se compromete con lo mínimo o con lo elemental? ¿Por qué la mayoría de las personas no va más allá de la simple realización de sus actividades cotidianas? Aun teniendo los conocimientos y aptitudes para ello. La respuesta es simple. Siempre nos cuesta cambiar.

La zona de confort es aquel sillón donde nos acostamos todos los ´días y que nos brinda seguridad y un grado de comodidad bastante amplio. No implica correr riesgos o aventurarse a situaciones nuevas. Es lo que protege a nuestra autoestima y no nos pone en contrariedad con nadie. La zona de confort es lo que refuerza lo que a diario hacemos, pues lo dominamos y somos expertos en ello.

Experimentar con lo nuevo implica salirse de esa zona de confort. Implica arriesgarse e incluso sufrir. Sufrir en este sentido significaría crecimiento. Sufrir al tener que inventar, solucionar, crear o tropezarnos. ¿A quién le importaría hacer eso? ¿Quién quiere en este mundo contemporáneo arriesgarse para sufrir? La respuesta es que a pocos.

Somos contracultura entones y pensamos diferente. Es una forma de cavilar que se nos ha inculcado desde que somos pequeños. Nuestra mente, ante una tarea asignada o descubierta por nosotros mismos, siempre se hace la pregunta ¿cómo puedo mejorar eso que pensé hacer? ¿Cómo activarlo y activarme de manera que nadie en este mundo lo haya visto de esa forma? ¿Acaso ese punto de vista tiene que ver con nuestros genes? ¿Acaso ir más allá de nuestros límites se puede abordar desde un punto biológico?

No podemos estar exentos de lo genético o lo biológico, en ese sentido se ha encontrado que cierto tipo de personalidad, tiene un aspecto más arriesgado para enfrentar las situaciones y que, además, un grado de nuestra personalidad tiene una base genética. Sin embargo nuestro cerebro es el arma o la herramienta más poderosa que poseemos. Con independencia de lo que dicta la biología o la genética, el cerebro es plástico en la medida que puede aprender nuevas cosas y por su puesto nuevas perspectivas ideológicas y paradigmáticas.

Se nos revierte entonces la pregunta que tiene que ver con la praxis ¿Para qué? ¿Para qué hacer algo novedoso? ¿Para qué crear diferencias en mis actos? ¿Para qué ser disímiles saliendo de nuestra zona de confort? Esa respuesta nadie te la puede contestar, pues somos los únicos seres vivos que podemos crear cultura. Y la cultura implica precisamente la tesis que defendemos en estas líneas. Lo podemos hacer y lo debiéramos de hacer. Los motivos también son cosa nuestra. En la medida que tú encuentres tus propios motivos, preferentemente que se vinculen con un grupo social más amplio, como tu familia, tu trabajo, tu escuela, tu comunidad, tu país, la retribución será mayor.

 El bien común es el bien de todos. Pero para que este exista las personas tienen que darle significancia a sus respectivas vidas, con cierto grado de incertidumbre y riesgo. El pensar en los demás cuando pensamos en nosotros mismos, es una curiosidad que sólo desarrollan las almas más evolucionadas, porque perciben que nada pueden hacer sin los demás. No somos una isla. Todos dependemos de todos.

Cuando alguien es apático, sumiso, dependiente o que se encasilla en su nicho laborar, haciendo únicamente lo que se le pide que haga, entonces, indirectamente atrasa a su comunidad, a su sociedad y a su país. Puesto que no todos avanzan al mismo ritmo de entendimiento de este principio (mucho menos las empresas), nos vemos envueltos en un lento movimiento que nos lleva a una ideología dependiente, paternalista, pasiva, egoísta y poco desarrollada. El mexicano y el ser latinoamericano son excelentes en lo individual, pero fracasan irremediablemente cuando se habla del equipo. Son del clan pero no del equipo de trabajo.

Por lo contrario cuando se estimula la innovación de las cosas que nos rodean, no siempre salimos bien librados. Si socialmente esta innovación no está prevista en la organización de manera formal, sea cual fuera esta, creará estrés, críticas e incluso malos ratos. La clave está en entender que la vida es un continuo, que si bien refleja un gran río que lleva su propio cause, los efectos de la minoría sobre ese cause pueden cambiar todo el caudal.

Para finalizar este apartado cito el trabajo antropológico de Ubuntu, en el cual un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y les dijo que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron en comunidad a disfrutar del premio.

Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron la palabra: UBUNTU, – ¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?- le replicaron al antropólogo.

UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: “Yo soy porque nosotros somos.” ¿Qué habríamos hecho tú y yo, o nuestros amigos y amigas en el lugar de los niños de la historia? ¿Cómo nos afecta la falta de compromiso con nuestra sociedad?

Hoy tomaré mi escoba y barreré todas las piedritas que algunos ingratos arrojaron al tartán nuevo del parque Morelos, para que todos los niños, los míos y los de los demás no se pinchen los pies al jugar ¿Qué harás tú por tu comunidad? Es una pregunta que espera un millón de respuestas.

Publicidad
¡Déjanos tus comentarios!

¡DÉJANOS TUS COMENTARIOS!


Publicidad

Suscríbete a nuestro boletín

Suscríbete a nuestro boletín de noticias y recibe notificaciones cuando publiquemos nuevos artículos de forma gratuita.

Gracias por suscribirse.

Algo salió mal.

Publicidad

Facebook

#LOMASLEIDO