Se cumplen 29 años del impacto del devastador huracán Gilberto

Gilberto fue el huracán más intenso originado en el Atlántico, hasta que el Huracán Wilma lo superó en 2005. También ha sido uno de los ciclones tropicales de mayor extensión con un área de 1,250 kilómetros.

El recuerdo de la devastación que causó el ciclón en los tres estados de la Península aún persiste en la memoria de quienes vivieron en carne propia el fenómeno natural.
Trayectoria de “Gilberto”, según publica este día el Diario de Yucatan con una serie de fotos en blanco y negro que acompañañ a esta publicacion.

El huracán se originó el sábado 10 de septiembre de 1988 en el mar Caribe a unos 200 kilómetros al sur de Puerto Rico; de acuerdo con especialistas del Centro Meteorológico de Mérida el huracán rebasó el nivel de categoría 5 con vientos superiores de 300 km/h.

A pesar de que los pronósticos indicaban que el huracán tocaría únicamente algunos puertos de la costa oriente de la Península, desde temprana hora del miércoles 14 de septiembre, cambió de rumbo y se internó en el Estado. Permaneció en la Península alrededor de 10 horas hasta que cerca de las 7 de la noche salió al Golfo de México continuando su trayectoria hacia Tamaulipas y Nuevo León.
Alerta Roja en Yucatán

Gilberto entró a la Península la mañana del miércoles 14 de septiembre de 1988 por Puerto Morelos, ingresó a Tizimín a las 3:30 de la tarde y salió al Golfo de México alrededor de las 6:30 p.m.

Momentos de angustia y asombro vivieron los yucatecos; algunos oportunamente informados por medio de la radio y los medios impresos, se prepararon ante la llegada del huracán con víveres, familias de escasos recursos y con viviendas vulnerables se refugiaron en los albergues que Protección civil indicó previamente, se calcula que evacuaron a más de 70 mil personas en el Estado.
Estado de emergencia

“Gilberto” deja a Yucatán en estado de emergencia: fue el titular que usó el Diario de Yucatán al día siguiente para informar a la población sobre los estragos del fenómeno natural.

Azotó su furia causando incontables destrozos en el Estado, fueron suspendidas las actividades patrias que estaban programadas al día siguiente. Yucatán carecía de electricidad y agua potable, la actividad comercial fue suspendida, según informó el Gobernador de Yucatán el Lic. Víctor Manzanilla Schaffer.

No hubo aviones, ni trenes, ni autobuses. La única manera de comunicarse a la ciudad de México era por radio. Al día siguiente se pudo ver la zona del desastre: árboles y postes caídos, techos de lámina volados, numerosas viviendas que quedaron en escombros; en municipios como Pisté, el agua alcanzó casi un metro de profundidad.

Dejó daños en la costa, principalmente en Progreso donde el malecón quedó borrado del mapa, sus calles se convirtieron en cauces por el agua del mar que arrastraba vidrios, maderas y árboles.

La Arquidiócesis de Yucatán en conjunto con el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Mérida contribuyeron a la colecta de víveres para los miles de damnificados que se encontraban en albergues. El presidente Miguel de la Madrid, visitó la Península, hizo un recorrido por Cozumel, Cancún, Progreso, Mérida y por último Campeche a dos días del desastre natural para evaluar los estragos.

El retorno a la vida cotidiana tardó alrededor de 15 días.
Saldo rojo en la Península

El cálculo de los daños fue de 245 mil millones de pesos que paulatinamente se vieron reflejados en la recuperación de los daños en la agricultura, los hospitales, viviendas con destrozos, daños en la pesca y restablecimiento del sistema de agua potable y energía eléctrica.

En Yucatán y Quintana Roo hubo un saldo de 26 muertos, seis en el estado de Yucatán: cuatro en Dzidzantún y dos en Progreso. Los siete desaparecidos de Yucatán que se tuvo en el registro preliminar, se reportó que regresaron a sus hogares sanos y salvos.