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27 de Abril de 2025

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Ingenieros yucatecos desarrollan respirador de bajo costo para enfermos de Covid

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MÉRIDA.– El respirador sustituto desarrollado por los ingenieros del Bufete de Ingeniera de Yucatán (Buiny) es similar a los que se utilizan en los hospitales, la diferencia es que este no cuenta con sensores que avisan por medio de luces y sonidos cuando el oxígeno se acaba o si hay algún fallo en el proceso de regulación, explicó Álvaro José Montes de Oca Marín, propietario del Buiny, al referirse al prototipo que promueven.

Los ingenieros Víctor Gallegos Herrera, Luis Méndez May, Sofía Kassin Ontiveros y José de la Cruz Xuluc Be, del departamento de Innovación Tecnológica de la empresa, fueron quienes se encargaron de desarrollar el proyecto, lo que les llevó unas cuatro semanas.

Otra diferencia, dijo, es el costo, pues hasta los que hace el Conacyt oscilan en los $200,000. “El de nosotros cuesta $18,000, pero debe ser tomado como un respirador sustituto y que solo debe ser utilizado en caso de que no haya ningún otro”, dijo.

El ingeniero aclaró que su interés no es comercializar el equipo, sino que esté al alcance de la gente “para que no pase lo que sucedió en Italia o España, donde llegó un momento en que tuvieron la situación tan triste que no hubo más remedio de asentar a los enfermos a (esperar) que se murieran. A mí no me gustaría que mi gente, que mis compañeros de trabajo, que mi familia pase por eso porque no tenemos un respirador”.

Y para ello, puso a disposición de las autoridades estatales y municipales de Mérida los planos, el manual y el prototipo para que ellos desarrollen y se encarguen de darle un buen uso y a bajo costo.

“Las escuelas tecnológicas de Mérida también pueden practicar esto si siguen las instrucciones que les damos nosotros”, señaló.

Recalcó que no es de su interés fabricar los respiradores y venderlos. “De lo que se trata es que estos equipos estén al alcance. Se trata de que Halachó o Homún puedan tener un equipo”.

El aparato, explicó el ingeniero Luis Méndez, funciona con un motor.
“Sube y baja dependiendo de la velocidad que nosotros le demos, si queremos que dé mucho aire. Funciona como un ambú (resucitador manual o bolsa autoinflable) normal, pero como es más delicado, le ponemos oxígeno medicinal”.

Tras explicar que el respirador cuenta con una pantalla que indica la velocidad que uno le da, reconoció que el principal reto fue la realización del motor. “No queríamos hacer algo tan costoso, como un respirador profesional; entonces buscar un respirador ideal que nos dé la fuerza y la velocidad que necesitamos; fue el principal reto”, reiteró.

Por su parte, el ingeniero Víctor Gallegos explicó que un respirador normal está basado en un aparato que se llama bolsa de agua. “En condiciones normales una persona lo tiene que estar apretando, entonces la mejoría aquí es que se le puso un equipo electromecánico para que no sea una persona la que lo tenga que estar operando, sino que el aparato se programa para que sustituya a la persona y hay que tratar de sincronizarlo con la respiración del ser humano”.

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