¡USA LO QUE TIENES! Muchas de las cosas que tenemos no las usamos en su totalidad o bien las desperdiciamos o las subutilizamos. Incluso, simplemente, muchos de nuestros bienes no los necesitamos para nada. Como especie pensante es inconcebible que se tiren alimentos en buen estado, cuando existe una gran cantidad de personas que no tienen que comer. Todos nuestros recursos se debieran de someter a una escueta idea primordial: usa lo que tienes, no lo malgastes.
Cuando era niño las épocas de comprar ropa, de comprar juguetes, de comprar útiles para la escuela eran limitadas a ciertos momentos del año. No éramos una ventana abierta al consumismo total ni al despilfarro. Esa idea familiar supone entonces que las cosas son para cuidarse, su constante manejo no te da el derecho de malgastarlas o echarlas a perder.
Cada época trae distintos enceres, artefactos, artículos y bienes y por ende diferentes necesidades. Una idea popular en economía es: “crea la necesidad y luego aparece el satisfactor”. Al final de cuentas los bienes siguen siendo bienes, quizá ya no tan duraderos como en años pasados, pero con la posibilidad de fomentar el valor del cuidado y la conservación de los mismos.
Así pues la idea de “usa lo que tienes” nos exige mirar las cosas que tenemos guardadas, arrumbadas, olvidadas, etc. para darle un fin práctico en bien nuestro y de nuestra familia. Precisamente aquí en Yucatán, por ejemplo, con más de 300 días de sol al año, con un bochorno constante por el día y por la noche, son de uso diferido los sweaters, las chalinas, las gabardinas, etc. que suelen durarnos en buen estado por décadas enteras.
Cuando decidas adquirir ropa de invierno, es necesario que te guste mucho, pues muy probablemente te durará para muchas temporadas. No caigas en la tentación comercial de ajustar tus intereses y tu vestimenta demasiado pronto a las tendencias de la mercadotecnia actual.
El error de nuestro pensamiento se encuentra en desear lo que no tenemos, sin pensar en lo mucho que ya poseemos. En lo general estamos hiperalertas de lo que no hemos alcanzado o de lo que no hemos adquirido. Gastamos preciosa energía en siempre desear más cosas. Por lo contrario podríamos usar lo que tenemos, sin gastar de más, para vivir tranquilos. Mirando siempre lo que ya tienes mantendrás a tu cerebro receptivo a no desear cosas innecesarias.
Evita pensar en comprar para resolver tus diferentes problemáticas. En la mayoría de las veces usamos los vocablos “voy a comprar… esto o lo otro” y nos centramos en lo que no tenemos, además de programar nuestro cerebro a consumir un recurso económico precioso, que podríamos destinar a algo que realmente necesitamos.
Inconscientemente pedimos antes de esforzarnos. Está máxima consiste en que las cosas por si mismas no llegarán. Cuando deseamos algo que de verdad necesitamos o quisiéramos poseer debiéramos preguntarnos siempre “¿lo necesito?” “¿Tengo acaso algo propio para sustituir este bien que tanto deseo comprar?” Nos sorprenderíamos al ver que la mayoría de las veces la respuesta es positiva.
Cuando compramos algo sin necesidad llenamos nuestro vacío existencial. De esa forma engañamos a nuestro ser más noble, engañamos a nuestro niño interior haciéndole creer que eso que queremos lo va hacer feliz. El vacío es lo que nos deja el mundo que hemos creado sin significado. Vacíos existenciales como la soledad (aunque haya alguien con nosotros), la seguridad (aunque esta no exista en la vida), el dominio (cuando en realidad nosotros somos los dominados), son sólo algunos aspectos que no debieran tener cabida en nuestra existencia. La vida no se soluciona comprando, sino viviendo. La mayoría de nuestras “experiencias” que conforman nuestra vida son gratis. El amor, la cooperación, la alegría, un beso, nuestras palabras, etc. no cuestan.
El verdadero sentido de comprar ocurre cuando lo que adquirimos satisface una necesidad que catapultará nuestros talentos o nuestros afectos. Invertir para crecer en nuestras metas personales, familiares, amorosas, económicas, espirituales; gastar en educación para abrirnos panoramas más diversos, conquistar esparcimiento en vacaciones; entre otros asuntos de relevancia, siempre son importantes pues forman parte de nuestros derechos humanos.
“Usa lo que tienes”. La historia está hecha de personas que miraron a su alrededor y tomaron lo que la vida les puso en ese momento. El ejemplo más significativo nos fue dado por el más pequeños y famoso segundo rey de Israel. David tomó una simple roca y su honda e hirió de muerte a Goliat. Para entonces lo que tenía David, su piedra y su honda, además de su valentía, le otorgaron otro trofeo, la espada del vencido Goliat.
Podríamos citar algunos ejemplos más como ilustración de esta idea simple y aplicarla en nuestra vida. Pero lo relevante es que lo plasmemos en nuestra realidad. Reciclar nuestras hojas de papel, reutilizar nuestras vestimentas, cuidar la pasta de dientes, darle intensidad al cuidado y almacenamiento del agua potable, utilizar libretas viejas para hacer tareas nuevas, componer muebles antiguos para usar de nuevo, cuidar de nuestra vida y de nuestra salud. “Usa lo que tienes” lleva consigo un mensaje de austeridad, cuidado por el medio y reciclaje.
Seguramente no siempre usar lo que tenemos se puede clasificar como glamuroso u ostentoso, más bien se puede considerar como una cultura del ahorro y de la preservación. Lo más importante para tal caso es estar siempre atentos a ese mecanismo de querer adquirir algo nuevo cuando no se ha agotado lo anterior que tenemos. Al fin de cuentas nada de lo material partirá con nosotros cuando ya no estemos en este mundo, aunque el mundo si seguirá existiendo para nuestros hijos, nietos y bisnietos quienes sufrirán las consecuencias ¿Qué les queremos dejar?
Como señala la canción “nada te llevarás cuando te marches”, pero si dejarás detrás de tu existencia un rastro de carbono, un rastro de basura, un rastro de desperdicios no orgánicos, incluso tus más profundas ambiciones acabarán en ese instante, al menos en cuanto al mundo material se refiere, pero nuestro rastro contaminante o devastador de la naturaleza ese perdura más tiempo.
Cabe señalar que esta propuesta no implica acumular cosas inservibles o volvernos recolectores de bienes usados o desgastados. Sólo implica un mecanismo muy simple que opera en nuestra mente, desechar esos pensamientos de deseos de tener sólo para sentirnos bien. Pudiéramos cambiar el “switch” y empezar a sentirnos completos en la medida que entendamos que en la realidad necesitamos pocas cosas para sobrevivir.
No hay peor enemigo en la vida actual que uno mismo ¿Quieres vencerte a ti mismo? Primero aprende a usar lo que tienes (una onda y una piedra) para luego hacer gestas históricas en tu vida y se te darán por añadidura los medios y recursos que necesitas. Debes de producir y poner a trabajar “lo que tienes”, especialmente tu cerebro. Tu cerebro es la obra maestras de millones y millones de años de evolución que complementa perfectamente a tu cuerpo y que afirman tus actos.
Como muchas cosas en nuestra vida terrenal nuestro cerebro juega una parte primordial para conseguir lo que nos proponemos ¿Cómo podemos entusiasmar a nuestro cerebro para mantenerlo activo en este orden de cosas? Verbalizar nuestras intenciones de utilizar lo que tenemos, de señalar las ideas de cómo podemos perseguir ese fin, intercambiar conceptos con otras personas que piensen semejante a nosotros, publicar en los medios electrónicas propuesta para usar mejor lo que tenemos sin desperdiciar nuestros recursos económicos; son solo algunas de las maneras para no olvidarnos de lo mucho que tenemos a nuestro alcance.
“Tener no es ser”. El ser se expresa con la demostración de nuestros talentos o virtudes como seres humanos. Tener no te hará mejor persona, ni mejor ser humano, ni más piadoso o más dedicado con otros seres. Cuidar lo que se tiene si implica una manera de ser. De nuevo te digo que es tan poco lo que necesitamos para sobrevivir, que me lleva a pensar en el encuentro de Diógenes y Alejandro el Magno.
Cierto día Diógenes se encontraba absorto en sus pensamientos y elucubraciones filosóficas, sin más bien material que su tonel para ingerir líquido.Al preguntarle Alejandro Magno si quería algo de él, Diógenes le contestó: “Que no, únicamente que te apartes de ahí porque me tapas el sol…”.
Los cortesanos y acompañantes del monarca comenzaron a burlarse de Diógenes, insinuándole que estaba ante el soberano. Diógenes permaneció en mutis, mientras que los cortesanos seguían riéndose a carcajadas. Alejandro, sabio al fin como su maestro Aristóteles, cortó las burlas diciendo: “Si no fuera Alejandro (dueño del mundo), quisiera ser Diógenes… (Dueño de nada).” Creo que nuestra vida es un justo medio, o una justa mesura entre ser Alejandro y ser Diógenes.