Por Javier Gutiérrez
Nadie es químicamente puro, mucho menos la prensa y los comunicadores. La pobreza es cabrona, dicen. Te aguijonea el estómago. Y a colación sale aquella consigna del extinto presidente Álvaro Obregón: “nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”, de la que algunos referentes sugieren que no sólo se aplicaba a la compra de los políticos incómodos en aquel régimen de los años veintes, sino también a la industria de la comunicación. A quienes escriben la historia a su modo. Y nadie como los historiadores para retorcer la historia, porque “el que paga, pega”. Y adquiere toda la edición, o las emisiones electrónicas.
Lejos quedó en el pasado cuando los gobiernos del centro o de la periferia mexicana enviaban a sus secuaces a comprar todos los ejemplares de alguna edición de periódicos o revistas en horas de la madrugada, cuando la información incomodaba o daba al traste con algún propósito electoral. O a la engorda de sus bolsillos. Porque no querían que trascendiera entre el pueblo.
Se sabe desde aquel entonces que, “la mejor nota es la que no se publica”, la que se vende al mejor postor. Entonces, ¿por qué tanto escándalo si el New York Times publica que la mayoría de los medios de la comunicación social de México, hoy convertidos en la moderna “multimedia”, están copados por el gobierno sucio de Enrique Peña Nieto”. Ésa ya no es noticia, que el Presidente de la República diga que “no pago para que me critiquen”.
Aunque, lo inquietante en el devenir de la historia que se escribe hoy en día es que la prensa, la televisión, la radio que siempre habían estado bajo el control totalitario del gobernante en turno y enfocados a las clases populares, ahora traten de escupir hacia arriba, cayéndoles en la cara el servil flemazo. Si de hecho, la información tendenciosa, lo sucio, lo corrupto, siempre han sido el pan nuestro de cada día aquí y acullá. Y allende las fronteras.
Porque tampoco debe creerse del todo que el Caso Watergate que tumbó a Nixon, sólo haya sido la iniciativa de dos reporteros del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, pues se sabe que éste último fue infiltrado por “deep-throat”, el agente del FBI William Mark Felt, para soltar a modo la “nota de los 70’s”, un caso de espionaje dictado desde las entrañas del poder estadounidense. En el 2005 se develó el misterio y, se intuye que hubo harto billete de por medio.
Pero en México, las habas se cuecen de diferente manera. En este ínterin, podemos sacar a blanquear los trapos sucios de Joaquín López-Dóriga con su pretendido chantaje a la poderosa María Asunción Aramburuzabala que colgó al mito de Televisa y a su arlequín de moda en el muro de la ignominia. En tanto a Víctor Trujillo (el escandaloso Brozo muy cercano a Damián Alcázar y a su grupo de la gente bonita), lo salpicó su sino y se le terminó el contrato con Televisa. Y hoy hace ruido como Youtúber. Cosas del destino…
De modo que al referirnos a las estatuas de marfil, también hay que remontarnos al más allá, a la época de los mitotes de los Zabludowski –Jacobo y Abraham– y tantos otros que han hecho época. Y que se enriquecieron en su momento. Como también le tocó turno en su momento a un Ricardo Salinas, que de “comerciante por abonos chiquitos”, pasó a convertirse en otro gigante de la comunicación. Y sufrió otra metamorfosis: se volvió “periodista” televisivo mediante conocidos mercenarios del micrófono. ¿O es que nadie recuerda que Jorge Zarza fue el reportero que, violando la ley del entonces IFE, y anticipándose al comunicado oficial y mucho antes de que el PREP emitiera resultados concretos, le dio el triunfo al rancherote de Vicente Fox desde el propio avión del aun candidato? A mí no se me olvida.
Otro ejemplo (no es misoginia, ¿eh?). Hace dos años se filtró que la televisiva Adela Micha no sólo tiene su boutique de modas. También tiene poder en el gobierno mexicano y en varios estados del país: sabe hacer negocios. Uno de sus hijos, Carlos Gotlib, que también laboraba en la Segob federal, le vendió al entonces gobierno de Quintana Roo en 2015 encabezado por Roberto Borge Angulo, la aplicación Securify, un software millonario para la Secretaría de Seguridad Pública: la “app” prometía un sistema de alerta temprana para servicio de la ciudadanía al través de teléfonos iPhone y Android. Sin embargo, no funcionó del todo. Sólo se utilizó 486 veces. Y luego se desconectó. Actualmente está en desuso. ¿Tráfico de influencias? Uff… Esto se empieza a poner bueno.
Y el caso de la Carmen Aristegui que se enfrentó a una Casa Blanca más negra que la noche. Lo que dicen, fue determinante en una serie de ajustes. Lo que supuestamente le costó la chamba –aunque tampoco sé si a aquella, con todo el respeto del mundo, le salpicó parte del cañonazo– porque, como ya lo hemos visto a lo largo de la historia, son finalmente los propietarios, los que detentan el poder de los medios en México, quienes dictan los contenidos editoriales, qué se publica y qué no sale al aire. Lo que sólo es la punta del iceberg. Te corren, pero te llevas un billete por transferencia electrónica.
Tampoco podemos eludir un comentario que, como una papa caliente se comparte en las redes sociales quintanarroenses en estos días: el caso de Mara Lezama, la combativa locutora de Radio Turquesa que, hace poco más de dos años “sonó” fuertemente como la virtual candidata del PRD para Cancún, pero quien finalmente fue bajada de la nube electrónica, de la que se dice que recibió a cambio un jugoso cochupo. Ahora, su nombre se maneja nuevamente para contender por el mismo cargo, pero bajo el color del Morena.
Lo más curioso de este caso es que su patrón, el mismísimo Gastón Alegre López, quien inició su emporio radiofónico en Cancún bajo la tutela de la entonces jefa de Turismo Federal, Rosa Luz Alegría (a la que acompañaba como su secretario particular, en tiempos de José López Portillo), fue candidato a diputado estatal con el PRD, cuando ese partido era regenteado por Andrés Manuel. Ganó y se instaló cómodamente en su poltrona durante tres años.
Ahora, Alegre López ya no quiere mezclar a Radio Turquesa con la política del morenista López Obrador. Y optó por correr a Mara de su estación radiofónica.
En este punto, podemos rememorar que los dueños de la multimedia se han diversificado, como lo propalaba a los cuatro vientos Carlos Salinas de Gortari. Un hombre, una mujer de negocios, decía, no deben colocar todos los huevos de oro de la gallina oficial en la misma canasta. Así, dicen que el propietario de un periódico peninsular a todo color, supo chantajear al ex presidente calvo. Y aquel le puso los recursos para acallar los rumores de que había “un asesino en la presidencia”.
Otro caso más palpable es el del actual heredero de otra industria editorial multimedia, que no sólo controla qué se dice y que no, sino que también encabeza un negociazo en el reciclaje de los desperdicios en el Caribe mexicano. ¡ Vaya que le ha sabido sacar jugo a la basura ¡ Pero jamás le he leído algún editorial. ¿ Sabrá escribir ?
Por eso, dicen que el periodista se pasa la mitad de su vida escribiendo cosas que no son. Y la otra mitad callando lo que sabe… Pero desde luego que no toda la prensa es corrupta. Según Article 19 en este 2017 que acaba de pasar a la historia, 11 incómodos comunicadores mexicanos perdieron la vida, de un total de 36 asesinados en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto, una gestión de claroscuros en cuanto a claridad en la información oficial. Ayotzinapa y otras vergüenzas encabezan la lista con un tufo a pólvora insoportable.
En este punto, llama poderosamente la atención que precisamente en un año de elección presidencial, haya entrado en vigor una nueva ley mordaza, el control del libertinaje que, según dicen los políticos, se haya inmerso en las redes sociales. Un peligro que se acrecienta para quienes detentan el poder.
A colación, aun me queda en la memoria, si no me traiciona mi incipiente Mal de Alzheimer, la visita que el jerarca del Facebook, Mark Zuckerberg le hiciera el 5 de septiembre de 2014 a Peña Nieto. No sólo hubieron elogios y abrazos, pues se sabe que en los entretelones, el visionario joven entregó al político un poderoso software que permite atisbar rápidamente entre los millones de usuarios del “feis” los contenidos que puedan incomodar al gobierno en turno. Mediante logaritmos en tiempo real, se generan reportes en cuestión de segundos. Todo se sabe, todo se lee atrás de las pantallas. Los “pájaros en el alambre”, los micrófonos ocultos debajo de mesas y las cámaras espías ya pasaron a la historia.
Después de todo, el americano Mark propala la comunicación entre los pueblos. Pero también es un judío estadounidense, y no creo que se excluya de la Doctrina Monroe, “América para los Americanos”. Sería iluso no cuantificar que le haya dado una probadita al poder con su invento y no lo use en su provecho. Y para hacer negocios. Sólo basta retroceder en la línea del tiempo para conocer su poder real.
En estos convulsos tiempos de violencia y definiciones políticas, ya a nadie debe asustarle cómo, la Internet evolucionó de un primitivo proyecto militar estadounidense iniciado en el gobierno de Ronald Reagan, como parte del proyecto de defensa global, Guerra de las Galaxias en los 80´s, y que con los años lo han pulido, hasta llegar al FB que tanto nos inquieta. Comenzamos con fotos, recetas de cocina, películas, libros y todo lo que el lector pueda imaginarse. Se comparte música, fotos y de todo. Y la información periodística no está excluída.
Hoy en día, cualquier hijo de vecino con un teléfono celular conectado a la red de redes y al FB puede convertirse en un ente peligroso para el gobierno totalitario de los mexicanos. Todo el mundo hace periodismo. Lo comparte y hace ruido. Mucho ruido que, en cuestión de segundos ya le dio la vuelta al mundo. Lo que deja mal parado a cualquier político que mal ejerza el poder y no desee que le pisen la cola. Atenas, El Cairo, Roma, Catalonia y otros escenarios nos cuentan cómo la inconformidad encendió la mecha en las redes sociales.
Ahora, ya no sólo se controla a la prensa y a los comunicadores. Ayer, los Arts. 6 y 7 de la Carta Magna dieron origen a la Ley de Imprenta, y con ella se acallaban los quejidos de los inconformes. Hoy, las regulaciones deben ser más sofisticadas. Y las redes sociales están en la mira, se manipulan por los proveedores de las señales. Todo se sabe de lo que se escribe y circula en la web. Ningún celular, laptop o tableta ofrece seguridad. El gobierno les teme. Pero también les da empleo a los hackers para abrir las comunicaciones cifradas del Whatsapp, el Twitter y el FB.
En este sentido se dice que los escándalos mexicanos previos a la elección del 2018 no podrían haber visto la luz sin el apoyo de las redes sociales. El Beltrone-Gate entremezclado con los dineros hacendarios y los gobiernos corruptos que costearon las campañas sucias está en todas las pantallas. Y es sólo el reflejo de los “Panamá papers” y los negocios sucios de empresarios mexicanos en los llamados paraísos fiscales. Es el dinero de nuestros connacionales, de sus impuestos que ahora se hayan invertidos en el exterior. Son las ganancias petroleras que le fueron robadas a los mexicanos.
¿Alguna vez te ha mostrado tu gobierno, amable lector, las facturas y los montos, en dónde se cobran y a dónde van a parar los dineros del petróleo? Sólo te informa trimestralmente el Banxico de estos movimientos, pero jamás te permiten atisbar las bóvedas donde se guarda celosamente el “patrón oro”, el que le da valor a tu cada día más devaluado peso mexicano. Estos vaivenes de las finanzas domésticas son escandalosamente aplaudidos por El Economista y El Financiero, donde se publican largas listas de números y más cifras, pero que la mayoría de los mexicanos no entienden.
Noticias buenas y malas, falsas y verdaderas, transitan por el cable. Por eso, se asegura que el principal peligro que enfrenta Pepe Meade no es principalmente el voto adverso, sino el descrédito, que su imagen pueda deteriorarse antes de los comicios y dar al traste con la continuidad del régimen de la globalización salinista. En las redes se propala a gritos que el señor Kuribreña no las tiene todas consigo. Sus enemigos en la boleta no lo son propiamente Margarita, Ricardo o El Bronco y los demás que surjan.
El principal contrincante del priísta tampoco lo es López Obrador –que en sí, no tiene una propuesta sustanciosa que vaya más allá del populismo con su gastado discurso–, sino el espectro de la pobreza galopante en el país, el hambre entre los más jodidos y la inconformidad por los abusos del poder en la actual administración federal que también han desgastado sobremanera a su patrón Peña Nieto, factores adversos que han sido engordados precisamente por las redes sociales.
Después de todo, Andrés Manuel no sería nadie, políticamente hablando, si no fuera por el gran espaldarazo que le han dado las redes sociales y, el FB, principalmente, en los últimos años. De hecho, las campañas, el combate por el voto, no se están dando precisamente en los encuentros de campaña, sino en las encuestas y la información que transita por la Internet.
Por lo pronto, el Cisen, RTC y los sindicatos que agrupan a los trabajadores oficiales de la multimedia afines a la Presidencia de la República que aun persisten, como el de Telmex y el de Telcel que aunque parecen opositores son más leales que nunca a esos propósitos totalitarios, controlan a todos los medios que se están dando a la tarea de apuntalar la imagen de Meade, al través de las otras compañías de telecomunicaciones que difunden las señales que alimentan las redes sociales. ¿O me equivoco?
Sin proveedores de las señales, no hay redes sociales, el mayor peligro opositor, y que alimenta los propósitos del Peje. Por ello es que no se descarta un apagón de la Internet previo o durante las elecciones para dichos servicios, pero no así para los servidores de red del INE. Otra “caída del sistema” no sería una utopía. ¿Y sin redes sociales, qué les queda a los opositores?
Así, en un entorno poco propicio, los háckers y la gente del Wikileaks le apuestan a la “deep web”, el único recurso que, hasta ahora, pasa desapercibido bajo las narices y los ojos de todos… Pero no de los rusos y europeos que le dieron una ayudadita a la elección de Donald Trump. ¿O no fue así?