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06 de Mayo de 2024

Opinión

Alas de amor: sentido de pertenencia

Cuando una persona inicia su incorporación al mundo del trabajo, muy al inicio del brinco que se hace del ámbito escolar al laboral, pronto se da cuenta que lo enseñado en la escuela dista

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Cuando una persona inicia su incorporación al mundo del trabajo, muy al inicio del brinco que se hace del ámbito escolar al laboral, pronto se da cuenta que lo enseñado en la escuela dista mucho de ser práctico en el mundo real. Esa brecha, grande o mediana debe ser llenada con valores particulares internalizados por cada individuo. Estos valores son la carta de presentación de las personas.

 

Comúnmente es el hogar la médula espinal en donde todo comienza. Las responsabilidades son inculcadas primeramente en el hogar para luego ser llevadas a las diferentes instancias de nuestra vida. Estas responsabilidades son la “olla” donde se cocina nuestra forma de ser en relación a todo lo que nos rodea. La forma en que respetamos lo que es y no es nuestro surge primeramente en la familia.

 

La escuela, nuestra segunda morada, viene a ser un campo de prueba para constatar todo lo aprendido primeramente en el contexto del familiar. En la escuela tenemos la posibilidad inicial de intercambiar ideas y poner a prueba los valores que aprendimos en casa. Al realizar nuestras tareas y convivir con otras personas, la escuela se convierte en un laboratorio o estudio de campo de nuestra propia vida.

 

El niño se da cuenta pronto que no todo en la escuela concuerda con las ideas impartidas por los padres. De igual forma que no todos los seres que conforman su familia piensan, sienten y actúan igual que en la escuela. Así se completan, entonces, los demás aprendizajes axiológicos, como la aceptación de diferencias, el respeto a la diversidad y el pluralismo entre otros. Siempre y cuando se tenga a los mentores precisos (maestros y padres) que conozcan estos procesos y los favorezcan.

 

El maestro o padre alejado, ajeno o poco dispuesto a darle seguimiento a esta escala complementaria de valores, provocará en el niño un desajuste en su escala axiológica. Pues el infante encontrará la disparidad de valores entre hogar-escuela como insalvable. Es necesario un facilitador que empareje y engrane de alguna forma los valores vividos a diario en la familia, con los fraternizados igualmente a diario en la escuela.

 

La correcta adaptación de muchos niños, que miran a sus maestros  o padres como reforzadores de algunas conductas y extintores de algunas otras, depende precisamente de que el maestro o el padre, especialmente en las etapas iniciales de la educación formal, asuma su responsabilidad. Responsabilidad no únicamente en el aspecto pedagógico, sino de igual forma en el ambiente valorativo y afectivo. Valores y afectos van juntos. Cuando esto no ocurre, cuando el mentor no se responsabiliza por socializar afectivamente al ser humano que tiene al frente, surgirán sin duda las raíces iniciales del bullying (entre otros tantos males), que se tornarán a la sociedad en un futuro inmediato.

 

He ahí dos aspectos claves, el papel reforzador de la escuela y de la familia como transmisoras de valores, al igual que el valor de la responsabilidad hacia todo lo que nos rodea. Centrémonos unos instantes en la palabra “responsabilidad” hacia con los que nos rodea.

 

Las cosas de este mundo se te han puesto en las manos para ser cuidadas y respetadas con un grado importante de responsabilidad. Tanto los bienes muebles como inmuebles, los animales, las plantas, las habilidades concedidas, todas ellas tienen el único fin de que sean aprovechadas por el ser humano. La responsabilidad implica que “todo lo que se te entrega es tuyo”, y por ende, bajo este principio universal, el robo (plaga actual en nuestro país) deja de tener sentido. El sentido de pertenencia desarrollado a partir de la responsabilidad, es el que hace que te esfuerces más en tus actividades cotidianas, cuidando los bienes que te rodean sin intentar sustraerlos.

 

Tu trabajo, tu casa, tu escuela, tu familia, tu mundo. Todo es tuyo y por lo tanto debe de ser cuidado y tratado con responsabilidad como una parte muy valiosa de tu ser. Las cosas te pertenecen no necesariamente desde el punto de vista físico o legal. Las cosas bienes muebles e inmuebles te pertenecen porque implican RESPONSABILIDAD de tu parte. La diferencia de la pertenencia legal, se encuentra sólo en nuestra mente. Cuando algo te sea asignado, ese algo debe de ser tratado como de tu propiedad. Sólo entendido así podemos asegurar su cuidado y aprovechamiento adecuado.

 

He ahí la clave del éxito laboral, muchas personas abordan sus trabajos como un medio insípido, para obtener un recurso que los sostenga en su sobrevivencia diaria. Son pocos los que entienden la responsabilidad como un punto de partida para un éxito seguro. Esta responsabilidad es la que nos brinda el sentido de pertenencia, lo que nos hace involucrarnos con todos nuestros talentos y hasta con nuestra autoestima. Es cuando nuestro trabajo (sea cual sea este) ser convierte en parte de nuestro autoconcepto.

 

Cuando una persona tiene sentido de pertenencia en sus ejecuciones diarias, su actuación se verá enmarcada en la responsabilidad. Por tanto realizará su mejor esfuerzo y pondrá todas sus energías en lo que realice. NO ESTAMOS EXCENTOS DE ERRORES y tampoco de los errores de los demás, por lo tanto en algunas ocasiones nos sentiremos insatisfechos con lo logrado o enojados por la actuación de los compañeros.

 

¿Es normal ese enojo? No, no lo es. En la medida que absorbamos la parte que nos corresponde de responsabilidad y motivemos a los demás a absorber la suya, el camino será más fácil de entender. No podemos ser responsables de la conducta de las otras personas, así como no podemos responder por las condiciones ambientales o  atmosféricas que pudieran afectar en determinado momento nuestro entorno. Pero sigue siendo la persistencia con responsabilidad el camino para la evolución.

 

 VIVIR POR EL MUNDO QUE ES NUESTRO implica respetarlo y acéptalo. Todo fue creado para el ser humano, he ahí la esencia de lo que significa la palabra bien. Nada en este mundo fue desarrollado como un mal. Es labor del ser humano desarrollar la infinidad de bienes tangibles e intangibles que nos llegan a las manos.

 

En un solo día podemos enumerar cantidades exageradas de bienes y servicios, los cuales usamos. La casa que nos cubre, los alimentos que se nos conceden, el empleo que tenemos. Y otros todavía más concretos como el jabón que usamos, el agua que bebemos, la energía eléctrica que usamos, los zapatos que nos cubren los pies, incluso nuestras propias manos, que junto con nuestro cerebro podríamos considerar bienes supremos. Administrémoslos CON PRUDENCIA Y RESPONSABILIDAD. Todo es nuestro y por lo tanto debemos de cuidarlo. Un país no debiera ser sobresaliente ni digno de elogio por la cantidad de suministros e insumos que gasta, sino por todos aquellos que logra ahorrar u optimizar.

 

CUIDA CON RESPONSABILIDAD LO QUE SE TE CONCEDE. Cuando ya hayas dispuesto eliminar algunos objetos, antes de acumularlos en exceso, estate plenamente seguro de que esos objetos ya no sirven. Existe un sentimiento de placer cuando descubrimos que aquello que ya no servía, sirve. Por lo tanto no gastes de más en objetos superfluos, ni en alimentos en exceso, ni desperdicies el agua. Cuando pienses en comprar algo hazte una sencilla pregunta ¿lo necesito?

 

El cuidar tu entorno con sentido de pertenencia recentra a tu yo y lo llena de energía. NO SE TE DAN LAS COSAS PARA QUE LAS DESPERDICIES, sino para que las cuides. Tu tiempo es valioso y es un recurso no renovable, puesto que todos tenemos un tiempo determinado de vida, no más y no menos. De igual forma que destinas tiempo para descansar y recuperar energías, habrá tiempo para meditar tus ideas, hacer ejercicio, hablar con tu pareja, jugar con tus hijos, escuchar a tus conocidos o a tus subordinados.

 

Todos esos momentos deben ser tratados con sentido de pertenencia y responsabilidad. Por la simple razón de que se acabarán, más pronto sin no se cuida el bien principal que es tu propia vida y salud ¿De dónde obtendré energía para vivir con responsabilidad y con sentido de pertenencia cada  momento de mi vida? Si todos tenemos una cantidad limitada de energía tanto mental o física, ¿de dónde obtengo las fuerzas para llevar mis tiempos responsablemente? La respuesta está en la finitud de todo lo que nos rodea. 

 

En cualquier momento puedes perder todo lo que consideras de tu propiedad. Esa es la base filosófica del existencialismo, vive en cuanto sabes que la existencia es única y perecedera. Como señala Paulo Coelho, en relación al respeto de nuestra vida: “El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo”.

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