Por Carlos Loret de Mola
El presidente que presume 70% de popularidad no convenció más que a 0.4% de sus gobernados. Era obvio: la rifa es un timo. La danza de cifras no da certidumbre
¿Dónde está “el pueblo” de López Obrador? En un país de 130 millones de personas, el presidente no pudo vender 3 millones de cachitos de la rifa del avión y no logró juntar 2 millones de firmas para convocar a una consulta que enjuicie a los expresidentes. ¿Dónde está “el pueblo”?
Porque el presidente se regodea en que él es “el pueblo”, él lo representa, el pueblo lo apoya masivamente, que es el segundo presidente más popular del mundo, que su aprobación es de 70%. Eso dice, repite sin cesar en las mañaneras, pero cuando se trata de medir el respaldo del pueblo, parece que el pueblo ha abandonado a su presidente.
La rifa y la consulta —esos dos grandes distractores— han terminado por exhibir a un presidente divorciado de su pueblo. La gente no es tonta. Una cosa es haber votado por él y otra cosa es seguirlo a ciegas en sus caprichos sin sentido. El fracaso de la venta de boletos de la rifa y en la recolección de firmas para la consulta demuestra que el presidente no está logrando engañar al pueblo.
La rifa. Se emitieron 6 millones de boletos. De esos, 3 millones (la mitad) se vendieron a un grupo de cien grandes empresarios a los que López Obrador solía calificar de mafiosos. Así que pueblo no son. Luego se dijo que 1 millón de boletos más se repartirían entre los hospitales Covid. Ya van 4. Y según el último dato oficial de la Lotería Nacional, se vendieron cosa de 4 millones y medio de cachitos. Es decir, de venta al público fueron como medio millón. Apenas medio millón en un país de 130 millones de habitantes. Así pues, el presidente que presume tener 70% de popularidad no convenció más que al 0.4% de sus gobernados. Era obvio: la rifa es un timo. La danza de cifras no da certidumbre ninguna. La gente, además, no tiene dinero. Estamos en medio de una crisis que el presidente no reconoce y no ve. Un cachito de a 500 pesos lo radiografía distante del pueblo al que dice representar.
La consulta. En un país de 130 millones de habitantes, el presidente y su partido sudaron para conseguir menos de 2 millones de firmas que se necesitaban para solicitar la consulta para enjuiciar a los expresidentes. Fracasaron tanto que de última hora las firmas del pueblo se hicieron a un lado y tuvo que ser una sola firma, la del presidente, en uso de sus facultades unipersonales, la que sirviera para pedir al Senado que se llevara a cabo la citada consulta. No hubo pueblo.
SACIAMORBOS
Ilusionado quizá con repetir la anécdota histórica de las señoras humildes vendiendo sus gallinas para apoyar la expropiación petrolera del general Lázaro Cárdenas hace 80 años, lo que se encontró López Obrador fue un grupo de ricachones comiendo tamales para bajarse el susto de la extorsión y comprando los cachitos que no compró la gente, y a un puñado de senadores de su partido recibiendo una sola firma, la suya, para convocar a una consulta. El pueblo no apareció.